jueves 28 de agosto de 2025 - Edición Nº2458

Argentina | 28 ago 2025

Caravana violenta en Lomas de Zamora

Cuando el Presidente provoca lo que debería evitar: agresión en vez de ejemplo

09:38 |Durante un recorrido de campaña, el Presidente respondió con insultos a una vecina que lo increpó. El episodio plantea dudas sobre el rol de un líder frente a la diversidad de opiniones.


El presidente Javier Milei protagonizó este miércoles un tenso momento en Lomas de Zamora, cuando una vecina lo increpó desde un balcón durante una caravana de campaña. Lejos de mantener la calma, Milei reaccionó con insultos: "¡Corruptos son los tuyos, ladrona! ¡Chorra!", mientras continuaba su recorrido junto a su hermana, Karina Milei, y José Luis Espert.

El episodio quedó registrado en video y rápidamente se viralizó en redes sociales, generando comentarios sobre la forma en que un mandatario maneja los conflictos y responde a críticas ciudadanas.

Si bien la agresión de la vecina estuvo fuera de lugar, la reacción del Presidente abre un debate sobre la responsabilidad de un líder frente a la diversidad de opiniones. La figura presidencial no solo representa al Estado, sino que marca la conducta que se espera en la sociedad: un llamado a la reflexión, al diálogo y a la resolución pacífica de conflictos.

Expertos en comunicación política señalan que un episodio como este puede profundizar la polarización y dificultar la construcción de consensos. “Cuando un mandatario responde con agresión, incluso en situaciones provocadoras, envía un mensaje de confrontación en lugar de unión”, advierten.

El hecho también se produjo en un contexto de tensión: minutos después, la caravana debió suspenderse tras ataques con piedras a la comitiva. Sin embargo, el momento de agresión verbal subraya la necesidad de que los líderes públicos ejerzan el autocontrol y den el ejemplo frente a la ciudadanía.

La reflexión que deja la jornada es clara: la política puede ser intensa y emocional, pero quienes ocupan cargos de máxima responsabilidad tienen la oportunidad —y la obligación— de calmar las aguas en lugar de alimentarlas.

 

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