

El presidente Javier Milei mintió. No hay otra forma de describir lo sucedido este viernes cuando, desde su cuenta oficial de Instagram, publicó una foto que mostraba una marea humana en el acto de cierre de campaña de La Libertad Avanza realizado el miércoles en Moreno.
La imagen, tomada desde el aire, sugería una multitud cercana a las diez mil personas. Sin embargo, la prueba irrefutable proviene del propio Ministerio de Seguridad bonaerense, que difundió capturas oficiales del mismo acto, en la misma hora y el mismo lugar, (20:21) donde se observa con claridad que los presentes no superaban el millar.
La diferencia no es menor: la foto presidencial multiplica casi por diez la concurrencia real. Además el presidente compartió un mensaje que incluye una mentira aún mayor, porque atribuye la foto a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, siendo totalmente apócrifa, es decir falseando un documento de público acceso.
“Foto aportada por el Ministerio de Seguridad PBA.
Si has participado alguna vez de un recital te deberías dar cuenta del éxito que fue el cierre en Moreno (pese a las tremendas amenazas de todo tipo de desmanes). Obvio que si querés, también podés creerle a aquellos psicópatas mentirosos que mienten siempre.
VLLC!”
El miércoles, el dispositivo de seguridad desplegado en Moreno fue desproporcionado respecto de la asistencia. Centenares de efectivos entre policía, gendarmería, prefectura, seguridad privada e incluso barras de River y Platense rodearon un predio que nunca colmó sus expectativas.
Los cálculos más generosos hablaban de 1.200 personas; otros, de apenas 700. Pero lo cierto es que el acto distó mucho de la movilización masiva que Milei esperaba exhibir en la recta final de campaña. Él mismo, desde el escenario, tuvo que haber advertido que la explanada frente a él no estaba ni cerca de rebalsar.
Dos días después, ya desde Estados Unidos, Milei eligió ignorar lo que sus propios ojos habían visto. Subió a Instagram una imagen adulterada que mostraba una multitud inexistente.
Lo hizo ya entrada la veda electoral, cuando toda difusión proselitista está prohibida. La maniobra, por donde se la mire, es grave: un presidente que apela a la posverdad para instalar la idea de una fuerza arrolladora que no se corresponde con la realidad objetiva.
La falacia queda en evidencia al cotejar las fotos oficiales del Ministerio de Seguridad bonaerense con la que difundió el mandatario: la primera muestra claros espacios vacíos, dispersión y huecos; la segunda, un bloque compacto, una ficción digital.
La pregunta que resta es si Milei fue víctima de su propio aparato de propaganda digital, que acostumbra a manipular imágenes para inflar la épica libertaria, o si, a sabiendas de la falsedad, decidió compartirla igual.
Ambas opciones resultan inquietantes. Si creyó genuinamente que esa era la foto real, preocupa su falta de criterio para distinguir lo verdadero de lo fabricado. Si en cambio mintió deliberadamente, el problema es aún mayor: un presidente que, con conocimiento de causa, decide engañar a la ciudadanía.
La conclusión es inevitable: Milei cruzó una línea peligrosa. No solo quebrantó la veda electoral, sino que apeló a la mentira descarada para mostrar lo que no fue. La política argentina ya conoce de exageraciones, relatos y distorsiones. Pero la gravedad de que el propio jefe de Estado, en ejercicio del poder, instale una posverdad con pruebas oficiales en su contra debería encender todas las alarmas.