

La fiscal federal Laura Mazzaferri solicitó la pena de 14 años de prisión para Roberto Tagliabué, un pastor evangélico y responsable de un supuesto centro de rehabilitación de adicciones, que está acusado de trata laboral contra jóvenes que fueron captados bajo un falso tratamiento.
El debate contra el pastor comenzó el pasado 26 de mayo en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, conformado de manera unipersonal por el juez Roberto Falcone, y este lunes la fiscal Mazzaferri, junto a las auxiliares María Eugenia Montero, Diana Arias y Victoria Sassola, dieron lectura de sus alegatos.
Allí la fiscalía solicitó 14 años de cárcel contra el acusado, además de la reparación de las víctimas por el lucro cesante y el daño moral cometido, cifra que en conjunto asciende a $135.738.994, a dividir entre las víctimas de acuerdo a la cantidad de tiempo que estuvieron sometidas en este circuito.
Por otro lado, se requirió el decomiso de dos inmuebles ubicados en la calle Génova utilizados para la captación o acogimiento de las víctimas, y del predio donde se emplaza la iglesia, como así también de cinco vehículos y dos motos secuestradas.
“El reconocimiento del derecho a restitución económica y el decomiso de los activos producto del delito de trata de personas permite enfocar los hechos con una doble característica, por ser casos de criminalidad compleja y graves violaciones a los derechos humanos”, sostuvo Mazzaferri.
El próximo lunes 6 de octubre será el turno de los alegatos de la defensa del único acusado, para después dar a conocer el veredicto, destaca el portal Fiscales.
Tagliabué es juzgado por los delitos de trata de personas con fines de explotación laboral agravada, ejercicio ilegal de la medicina, comercialización de fauna silvestre y maltrato animal.
Se lo señala como quien captó al menos a nueve personas -en su mayoría varones jóvenes- en situación de suma vulnerabilidad quienes estaban atravesados por situaciones de consumo problemático, falta de contención y carencias económicas, y/o en conflicto con la ley penal, para acogerlas en la vivienda anexa al templo que dirigía en el barrio Pueyrredón, y a la mayoría de ellos, en un falso Programa de Rehabilitación de las Adicciones, que no contaba ni con profesionales de la salud ni con habilitación para funcionar, de acuerdo a las constancias de la causa.
Según Mazzaferri, quedó acreditado que el acusado logró cautivar a los damnificados mediante el aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad que atravesaban, mediante engaños y falsas problemas de rehabilitación, además del desarrollo de maniobras de intimidación, como violencias varias, amenazas y acoso sexual.
En cuanto a la captación, la fiscalía detalló que Tagliabué articulaba los sitios que dirigía: la iglesia, el comedor y la escuela bíblica que estaban en el mismo predio.
Las víctimas llegaban a esos sitios por la distribución de folletería, la difusión en portales web y redes sociales, la búsqueda de jóvenes en barrios populares a través de otras víctimas ya captadas y acogidas, y la prédica en contextos carcelarios.