

Fernando Sabag Montiel, el brasileño de 35 años que fue detenido luego de que intentara asesinar a Cristina Kirchner, tenía 100 balas en su domicilio de la zona de San Martín, que fueron encontradas en el marco de un allanamiento al monoambiente que alquilaba en la calle Uriburu al 700, ordenado por la jueza María Eugenia Capuchetti a la Unidad de Investigación Antiterrorista de la Policía Federal Argentina.
Ayer por la noche, el grupo especializado ingresó al viejo domicilio de Villa del Parque, sobre la calle Terrada, donde vivía con sus padres años atrás y que hoy alquilaba a inquilinos. Faltaba saber su dirección actual. El dato fue aportado por un vecino suyo, que lo delató a la Policía Bonaerense al reconocerlo en las imágenes del hecho.
Sabag Montiel, alias “Tedi”, atentó anoche contra la Vicepresidenta con una pistola Bersa que estaba cargada. Gatilló dos veces según testigos, pero el disparo no se ejecutó, supuestamente, porque no había balas en la recámara.
El 17 de marzo de 2021, según confirmaron fuentes policiales, un policía porteño relató cómo interceptó un Chevrolet Prisma negro en su recorrido, sin patente trasera y con los vidrios delanteros bajos. Allí se presentó Sabag Montiel, que dijo ser empleado de una empresa telefónica. Explicó que la patente le faltaba debido a un choque ocurrido días antes, pero cuando descendió del auto se le cayó un cuchillo de 35 centímetros de largo. Así, se le labró un acta contravencional.
Diez años atrás, “Tedi” frecuentaba el circuito de bandas death metal, una variante extrema del heavy, más oscura, revulsiva, acelerada, con seguidores particularmente pacíficos y agradables. No tenía un acento brasileño, a pesar de haber nacido en el Estado de Sao Paulo. No había nada brasileño en su forma. En ese circuito, también entre sus conocidos, “Tedi” se volvía una presencia incómoda, “Me daba escalofríos”, dice alguien que lo conoció y lo veía con asiduidad.
Sus posteos con mensajes insensatos en redes sociales eran constantes, casi como sus cambios de imagen y estilo, entre camisas y anillos, o tatuajes con símbolos tomados de la estética del nazismo esotérico. “Era un freak, pero mal”, recuerda otro habitué. Su salud mental era un punto en la conversación sobre él. Si tenía un diagnóstico psiquiátrico, nadie podía precisarlo.
Tenía varias costumbres, dicen quienes lo conocieron. Solía proponer negocios que eran “un delirio” o esperar a músicos famosos a la salida de hoteles. En marzo de este año, posteó un video donde intentaba una selfie con Taylor Hawkins, baterista de Foo Fighters, una semana antes de su muerte. “Vídeo con Taylor Hawkings de Foo Fighters una semana antes de morir, me siento la parca muy fuerte conocer a alguien antes de su muerte”, posteó en Instagram.
A fines de agosto, “Tedi” tuvo sus cinco minutos de polémica en Crónica TV. Acompañaba a una joven que decía ser su novia, mientras vendía algodones de azúcar. La joven decía que ya no cobraba planes sociales, que no estaba a favor, porque era “fomentar la vagancia”. En Facebook, en su muro, relató sus enfrentamientos con “las mafias de coperos peruanos”, vendedores de algodón de azúcar sumamente territoriales. Habló de sus peleas a golpe de puño con ellos.
“La plata no se hace mágicamente, sino laburando”, dijo. “No avalamos la discriminación y justificamos a los extranjeros que trabajan se levantan temprano para atender una verdulería y por eso tiene 4x4 y camionetas porque trabajan y se lo merecen pero no estamos de acuerdo con gente que viene de afuera a ocupar una villa y vivir gratis y a vivir de planes sin trabajar y venden droga, habría que extraditarlos”, dijo, completando un perfil que sería propio del análisis de algún especialista.