El reciente ataque a un supermercado regenteado por la familia Roccuzzo y las amenzas para Lionel Messi pusieron en el foco la creciente ola de violencia que atraviesa la santafesina ciudad de Rosario que, según estadísticas oficiales, registra más de un muerto por día en el corriente marzo, cifra que expone la peligrosa realidad que viven sus habitantes y la escalada del narco a niveles de impunidad máxima. 

De acuerdo al informe del Observatorio de Seguridad Pública, con datos recolectados hasta ayer a la mañana, en marzo ya hubo 8 muertos a causa de homicidios dolosos y, de esta manera, ya se registra más de un crimen diario en lo que va del mes, aseguraron desde la agenica Noticias Argentinas. 

Asimismo, en toda la provincia se contabilizaron 95 muertos, de los cuales 65 (más del 68%) fueron anotados en el departamento de Rosario, en la Unidad Regional II; siguiendo los número del 2022, cuando se registraron 408 homicidios en total y 288 (el 70,59 %) fueron en el municipio que tiene como intendente a Pablo Javkin.

Con estos datos en la mesa, también se conoció que, desde 2020 a la fecha, se viene registrando un aumento en los homicidios con planificación previa, entre los cuales se inscriben aquellos que son por encargo y que llamaron la atención del país en los últimos meses, producto de la disputa entre bandas del narcotráfico. 

En 2020, el 74,3% de los homicidios fueron planificados y el año pasado ese número casi llegó al 76%. Sólo en enero de este año, ese porcentaje en Rosario superó el 73%, ratificando que existió un componente mínimo de planificación en cada muerte y los ataques no fueron espontáneos o producto de una pelea o discusión.

Si bien esto no es novedoso para los vecinos que transitan día a día las calles de la urbe más poblada de Santa Fe, el caso del capitán de la Selección Argentina de fútbol y el asesinato de un niño de 11 años en la madrugada del domingo, que fue baleado por la espalda, junto a otros tres que resultaron heridos, por un hombre que disparó hacia un grupo de personas que estaban frente a un kiosco, han vuelto a poner en el tapete de la opinión pública la necesidad de cortar, de una vez por todas, este problema de raíz, en el marco de un país donde la pobreza y la deserción escolar crecen continuamente.