

En Argentina, el Día del Futbolista se conmemora por segundo año consecutivo este 22 de junio, luego de que en agosto de 2020 la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) modificara la fecha, que antiguamente se festejaba cada 14 de mayo, debido a un hecho trascendente para la historia del deporte nacional.
El cambio se produjo a propuesta del sindicato Futbolistas Argentinos Agremiados, con la intención de rendirle homenaje al calificado "Gol del Siglo", que Diego Armando Maradona, el histórico emblema de la selección albiceleste, le convirtió al representativo inglés en el Mundial celebrado en México en 1986, estampando el temporal 2 a 0 que permitió a la Argentina el pase a semifinales, aun con el descuento postrero de Gary Lineker a los 81 minutos.
En un principio, la fecha se estableció el 14 de mayo en homenaje a un tanto de Ernesto Grillo con la misma camiseta. Aquel también fue otro gol inolvidable en una victoria por 3 a 1 sobre Inglaterra, en 1953 y en el estadio Monumental.
En aquella oportunidad, los europeos empezaron ganando pero Grillo, que por aquellos años brillaba en Independiente, protagonizó un gol muy particular al gambetear a dos rivales dentro del área, desacomodar a otro y ubicar la pelota entre el arquero Ditchbum y el primer palo, desde una posición poco ortodoxa.
Lo curioso del cambio aprobado por AFA es que se dio cuando el eterno 10 aún estaba con vida. El 22 de junio de 1986 es recordado por todos: significó un antes y un después en la historia del deporte argentino, que vio consagrarse a Diego Armando Maradona en un ícono.
El Pelusa fue protagonista por dos en un colmado Estadio Azteca: primero convirtió aquel histórico gol con la mano, y luego realizó su obra maestra: arrancó en la mitad de la cancha, y con una mezcla de destreza física y potrero, dejó en el camino a Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher, Terry Fenwick y al arquero Peter Shilton. Esa gambeta corta con la pelota dominada fue fulminante para los ingleses, que lo vieron pasar y no olvidarán jamás semejante gol.
Nadie se cansa de mirarlo. Una y otra vez, el "barrilete cósmico" levanta vuelo. De tanto verlo, a veces renace el temor de que alguien le quite la pelota en el camino con un corte certero, o que Shilton no pase de largo y arruine la mejor obra que se ha retratado en la historia de los mundiales. Pero no, el Diego estaba destinado a convertir ese gol mitológico, de antología, que pasaría a la eternidad y rompería las fronteras del tiempo, ahora también con su propio día.