

Por: Javier Frangul
En dicha imagen se ubica el intendente de Necochea, Arturo Rojas acompañado por su jefe político, el diputado nacional Pablo Ansaloni, como también del jefe de bloque de concejales de Nueva Necochea y flamante interventor del Partido Fé en la provincia de Buenos Aires, Guillermo Sánchez. Hasta ahí normal, la pata política de un grupo que participa enla democracia. Lo que llama la atención es la presencia del poder mediático, sindical y empresarial en esa misma imagen.
Allí se encontraba el dueño y director del multimedio ultraoficialista Necochea Digital, Alejandro Silva, quien ejerce un cargo en el ejecutivo municipal que aún no ha sido informado a la sociedad, el empresario local “Queso” Chico y el secretario general de URGARA en Necochea, Juan Carlos Peralta. Pero no sin antes mencionar al operador político, acusado en la Justicia por tráfico de influencias durante el gobierno provincial de María Eugenia Vidal y de desvalijar la sede nacional de OSPRERA, Fernando Antúnez. Tanto este como Ansaloni son investigados por la justicia por graves irregularidades durante su gestión en la obra social de la UATRE, una de ella sería la existencia de una financiera clandestina que habría funcionado hasta fines del 2019.
Quizás falte un actor piramidal en la llegada de Rojas a la intendencia de Necochea, como lo es el “Vasco” Goycochea quien tiene la posibilidad de ubicar a dos de sus delfines en los primeros lugares de la lista de concejales de Nueva Necochea (Martínez y Kalle).
Tienen los medios, el dinero y la política para imponer, el poder del terror en Necochea ya se sentó a la mesa.